Dr. Matias Balbuena – Al pan, pan …
Conocí al Dr. Abel Albino en mi ciudad natal de Goya, allá por Diciembre de 2015, cuando concurrió para inaugurar una sede de su Fundación Cooperadora para la Nutrición Infantil (CONIN). Apenas intercambiamos un saludo, pero me impactó su mensaje potente y sobre todo esperanzador. Desde entonces sigo de cerca la evolución de su trabajo.
Por eso siento que “nobleza obliga” responder a la campaña de desprestigio que se ha montado en torno a su figura, luego de su exposición ante el Senado de la Nación, en el marco del debate del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
Albino es un médico pediatra que consagró su vida al cuidado de la primera infancia. Como todas las grandes personalidades de su generación, es un hacedor, y un convencido. Es, también, un hombre de fe. Y estas tres características son inecindibles en su personalidad.
Creó la Fundación CONIN Argentina en la provincia de Mendoza el 4 de septiembre de 1993, inspirado en el exitoso modelo de CONIN Chile, que logró quebrar el flagelo de la desnutrición infantil en su país y gracias al cual Chile posee el índice más bajo de desnutrición de toda Latinoamérica.
Albino complementó el modelo chileno de Centros de Tratamiento sumándole los “Centros de Prevención de Desnutrición Infantil y Promoción Humana”, conformando una red de atención distribuida por todo el país. Actualmente, CONIN lleva replicados más de 110 Centros de Prevención distribuidos en 15 provincias de la Argentina. Desde su nacimiento, ha brindado tratamiento y recuperación a más de 50.000 niños vulnerables.
De eso, y no de otra cosa, habló Abel Albino durante los quince minutos que duró su exposición ante los Senadores de la Nación.
Las expresiones que despertaron el rechazo generalizado de todo el arco político – y que este autor tampoco comparte – fueron pronunciadas a posteriori, durante una ronda de preguntas donde Albino fue deliberadamente desviado del eje de la discusión, hacia cuestiones que forman parte de su convicción personal, pero que nada tienen que ver con la cuestión que se estaba debatiendo.
Y esto no es casual: es más conveniente discutir la figura de Albino, o sus opiniones controvertidas sobre las campañas de prevención de HIV, que el proyecto de ley de IVE que cuenta con media sanción, y que supone: la eliminación selectiva de personas por nacer en el vientre de sus madres, por decisión exclusiva y excluyente de éstas, sin un límite claro de tiempo, obligando a todos los médicos a garantizar su prestación -con prioridad sobre otras urgencias-, y costeado con el aporte de todos los argentinos.
Si algo pudimos percibir durante el avance de las exposiciones en el Senado de la Nación, fue el cúmulo de errores cometidos por los Diputados cuando dieron luz verde al proyecto IVE, que adolece de una pésima técnica legislativa, acumula groseras incongruencias e incurre en graves inconstitucionalidades que lo vuelven prácticamente inaplicable.
Cuando faltan 10 días para la fecha acordada de la sesión, existe plena certeza de que el proyecto no será ley en su redacción original. Queda por saber si el Senado, actuando como cámara revisora, lo rechazará en su totalidad, o le imprimirá modificaciones.
En este escenario, es más conveniente – y redituable- discutir sobre la figura de Albino. Y ya que esa es la idea, cabe preguntarnos: ¿qué es lo que más molesta de Albino? ¿Son acaso sus creencias, o sus acciones?
Para una clase política pródiga en declamaciones, pero carente de logros, la obra de Albino molesta, porque demuestra que es posible erradicar la desnutrición infantil a través de un abordaje multidisciplinario, y sobre todo multi-dimensional que incluye aspectos sociales, pero fundamentalmente éticos y morales.
Es que Albino no sólo llega allí donde el Estado está ausente, no sólo les da de comer a miles de chicos malnutridos, sino que además los educa en valores. Valores que nadie les enseñó y que les ofrecen un universo de posibilidades que la política les niega, desde una monserga piadosa y paternalista, que apenas se ocupa de calmarles los dolores, mientras los mantiene en la ignominia de la pobreza. Para cierta clase política, parece que los pobres no son dignos de elevar su condición humana, apenas pueden satisfacer sus apetitos más básicos e inmediatos.
Albino repite como un mantra que el abordaje de la pobreza no puede reducirse a una cuestión de ingresos, ni de consumo, porque la situación es grave cuando el pobre carece de dinero, pero se torna irreversible cuando también carece de todo lo demás: educación, comprensión, contención… en suma, esperanza y amor.
Y esto constituye un punto central de la filosofía del pediatra: para él, las crisis mundiales no son otra cosa que crisis morales. ¿Y qué función cumple la moral en una sociedad, sino marcarnos las fronteras de los pactos sociales? Es decir, AQUELLA LÍNEA QUE NO PODEMOS CRUZAR, sin arriesgar los consensos fundamentales que sostienen nuestra civilización.
Pues bien, legislar la figura del aborto como un derecho es exactamente eso: UNA LÍNEA QUE NO PODEMOS CRUZAR.
Si el proyecto IVE se aprueba tal como fue girado desde Diputados, tendremos una sociedad más desigual, más arbitraria, y más insensible, que habrá resignado lo más sagrado, en aras de una supuesta conquista de derechos.
Seamos claros: algunas ideas de Albino pueden resultar polémicas, o hasta incómodas para una clase política sin imaginación, mal acostumbrada a repetirse a sí misma. Pero bajo ningún concepto son ideas peligrosas. Al contrario, allí donde existe un Centro CONIN, los índices de nutrición y de desarrollo mejoraron notablemente.
Sin embargo, mientras esta nota se escribe, en nuestro país los niños pueden someterse a cirugías de mutilación genital irreparables, basándose en argumentos cuyo respaldo científico es aún más incierto que las expresiones del pediatra.
Cuando Albino insiste en la necesidad de “educar en el amor”, no está desaconsejando el uso de preservativos como método anticonceptivo o de prevención frente a enfermedades de transmisión sexual. Lo que SÍ está haciendo, es criticar la conveniencia de que sea el único método garantizado por el Estado.
Albino pudo haber tenido expresiones inadecuadas, pero no incurrió en ninguna falsedad: sin ir más lejos, uno de los principales argumentos de los promotores del aborto libre es, precisamente, la tasa de embarazos no deseados que se produce pese al uso de métodos anticonceptivos. Lo que antes podía fallar, parece que ahora no.
“Educar para el amor”, implica fundamentalmente educar en valores, dándole al sexo el lugar que le pertenece dentro de la intimidad de una pareja constituida, con fidelidad, y donde priman el respeto y el cuidado mutuos. Para Albino, inculcar esas nociones en los jóvenes, es tan o más importante que el uso del preservativo.
ESO, y no otra cosa, dijo Abel Albino aquella tarde: resaltó el valor de la familia como célula básica de la sociedad, y destacó los verdaderos problemas de salud pública que nos aquejan, que son la falta de acceso al agua potable, a una vivienda digna, y a una alimentación saludable.
A diferencia de Albino, que dedicó el trabajo de su vida a impactar positivamente en la sociedad, quienes hoy propician su linchamiento mediático pueden demostrar poco o ningún aporte concreto para resolver la exclusión y la miseria en vastos sectores de nuestra sociedad.
En lugar de ocuparnos de estos temas, asignamos prioridad y recursos a una práctica que no viene a resolver absolutamente nada. Tenemos que decirlo con claridad: si algo quedó claro en el tratamiento de este proyecto, es que NADIE quiere más abortos, y que “garantizarlos” no es la respuesta ni la solución de ningún problema.
Abel Albino no está en campaña, no es Diputado, ni Senador, ni Ministro, ni Presidente. No decide las políticas públicas de la Nación, ni las leyes que nos rigen.
Albino es, ni más ni menos, un médico pediatra que consagró su vida al cuidado de la primera infancia, con resultados que nadie puede poner en duda. Albino es alguien que realmente hizo de nuestra sociedad un lugar mejor.
No sorprende que un feminismo cooptado por las ideas de la extrema izquierda reaccione en forma desmedida y pida la cabeza de alguien que, con su ejemplo y su acción, los expone en sus miserias intelectuales y morales.
Por eso: al pan, pan. Y a Albino, simplemente, GRACIAS.
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[…] hecho nuestras críticas al liberalismo clásico en dos escritos: Los neomaritaineanos[1] y Liberalismo clásico, constitucionalismo y orden social cristiano[2]. Pero a […]
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