Luján

Andrés Mac Lean – El poder de la Iglesia católica y el Aborto.

Hasta ahora, los católicos más despiertos pedían que su jerarquía e incluso el Papa Francisco se manifestaran abiertamente en contra del proyecto de ley de legalización del aborto.

Hasta ahora, los laicos argentinos nos habíamos puesto en campaña para combatir este adefesio jurídico que es, encima, una imposición inmoral y anti-humanista promovida por las izquierdas vernáculas que son dueñas de la educación pública argentina y son financiadas por la multinacional abortista Planned Parenthood.

Hasta ahora, los que sentimos que nos jugamos en serio por el derecho a nacer de miles que quieren descartar, nos sentimos acompañados muy tímidamente por nuestros pastores, siempre rezando y caminando pacíficamente.

Vimos mujeres con el torso desnudo bailando alrededor de fogatas cantando “Somos las nietas de las brujas que quisiste quemar”, “Iglesia, basura, vos sos la dictadura”. Vimos atentados contra nuestros templos, donde se resguarda a Jesús presente en la eucaristía. Vimos militantes haciendo parodias sobre nuestra Madre del Cielo, la Virgen María, abortando simbólicamente a nuestro Salvador. Vimos militantes que decapitaron a un muñeco que simulaba ser Cristo y luego tirar la cabeza contra la puerta de la Catedral de Buenos Aires. Vimos como profanaban templos, como defecaban y orinaban en nuestras Iglesias sin que se respete la ley. Vimos a un ministro comer una torta con la forma del cuerpo de Jesucristo, muy risueño…

Llegado el día de la votación en la “honorable” cámara de Diputados, fuimos los laicos a manifestarnos y los abortistas de todas las edades nos triplicaron en la calle. Les escuchamos decir: “ya ganamos la calle, ahora falta que salga la ley”. Incluso amenazaron que si la ley no salía tomaban el Congreso. Estaban muy justos con los números y torcieron unas pocas voluntades de los “indecisos” y obtuvieron media sanción en Diputados.

Podemos decir que, hasta ahora, no nos ha ido nada bien.

No estamos a la altura de las circunstancias, otra vez.

Cuando se repartieron miles de pañuelos verdes por la ciudad, nosotros nos pusimos a confeccionar pañuelos celestes. Pero ellos impusieron una moda: miles de jóvenes piensan que es cool salir a pedir por el aborto “seguro, legal y gratuito”.

Hemos acusado de asesinos a quienes promueven el aborto y ellos han cargado también contra nosotros. Reacciones agresivas hay de ambos lados. Frases vacías también.

Justo cuando parecía que había una sola e importante “grieta”, se produce otra horrible división entre los argentinos. Es cierto, nunca estuvimos juntos en ninguna vereda. Desde las guerras de independencia que hay dos bandos. La Unidad Nacional nunca se ha conseguido, ni se conseguirá salvo con fuego y sangre. ¿y qué solucionaría? Absolutamente nada. La Unidad Nacional no existe, ni existirá nunca. Y debemos dejar de preocuparnos por la famosa “grieta”. Eliminar esa “grieta” es el sueño de los totalitarios: que seamos todos iguales, que pensemos lo mismo, que no nos salgamos de determinado marco ideológico.

El sistema republicano, defectuoso como es en nuestro país, es la única forma conocida que puede permitirnos convivir en relativa paz. Pero para eso es necesario reconocer la Constitución y no imponer los caprichos ideológicos cada vez que no nos gusta algo.

La Iglesia católica tiene dos mil años de experiencia. Es un organismo vivo, mas antiguo que cualquier monarquía o estado y posee una doble forma de existir. Es el cuerpo místico de Cristo, fundada por Su deseo y con una misión muy especial: la de proclamar el mensaje de Cristo para salvar las almas. Y para salvar es condición necesaria enseñar a no condenarse.

Pero por ser integrada por millones de almas, también se ha metido en temas que no le correspondían. Y muchos de sus integrantes se han servido de ella para lograr sus propios objetivos y han hecho que cargue con la culpa de muchos males, algunos muy nefastos, a lo largo de la historia. Y aunque pidamos perdón, no nos perdonan. Y aunque nos reformemos en los Concilios, nos seguirán combatiendo. Es que así está escrito. Y nosotros no podemos ignorarlo.

Lo que no sabemos es cuándo. Y cualquiera que nos quiera justificar sobre ese “cuándo”, si es “ahora”, o dentro de diez años, nos está mintiendo. Lo único que nos pidió Jesús es que creamos en Él y demos las batallas. Eso trae consecuencias. Y estas consecuencias están a la vista.

Finalmente, la jerarquía de la Iglesia nos llama a todos los católicos a rezar juntos este domingo 8 de Julio, desde las 8 hasta las 15hs en la Basílica Nacional Nuestra Señora de Luján. Es un lugar santo, nervio espiritual de nuestro pueblo, lugar de conversiones y esperanza de los más humildes.

Allí nos reuniremos con la esperanza de que no sea tarde, de frenar esta locura colectiva. Pero también para ser más conscientes de este largo sueño en el que hemos estado los católicos, siempre esperando algo del Estado. Esperando, cómodos, como cristianos de sofá, que otros hagan lo que nosotros no hacemos. Esperando que venga un falso mesías salido de las urnas de cartón a hacerse cargo del desastre que es esta sociedad luego de nuestra retirada de la vida pública por miedo a que nos desautoricen.

No sólo no necesitamos la autorización de nadie para hacernos cargo de nuestros hermanos más pequeños. Es nuestro deber. Aunque no ganemos esta batalla.

Esperemos que como Iglesia, ahora sí, nos hagamos cargo del momento histórico donde se juega, nada más y nada menos, que la vida del niño por nacer.

 

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