Roger Scruton – La falacia de la utopía
Kolnai describe la tendencia utópica como un <<anhelo de una unión sin tensiones entre el valor y el ser>>. El deseo de una <<solución final>>, no sólo a un problema sino a todos los problemas, de manera que, sea lo que sea, la solución que se adopte sea compatible con los deseos de cada persona. Todo lo que crea tensión y conflicto debe ser eliminado. Las utopías difieren según las respectivas explicaciones que dan sobre el conflicto. Para algunas de ellas, los conflictos vienen del poder, y la utopía debe alcanzar un estado en el que nadie tiene más poder que otro; para otras el conflicto viene de la desigualdad, y la utopía debe alcanzar un estado de completa igualdad; para otras el conflicto todavía viene de la propiedad privada, y sólo será superado en un mundo donde impere la propiedad comunitaria. Hay también utopías concebidas según las líneas raciales, como el <<Reich de los mil años>> nazi, que iba a desencadenar un estado de pureza racial, retirando de escena a todos los elementos que pudiesen enturbiar la imagen. Para los utópicos de la Revolución francesa la utopía iba a desencadenar un estado de <<libertad, igualdad y fraternidad>>. En cualquier caso, la utopía, sea cuál sea la versión, se concibe como una unidad del ser, en la cual los conflictos no existen porque las condiciones que los crean ya no tienen razón de ser. Las condiciones que propician los conflictos son invariablemente descritas de una manera que autoriza la violencia; la violencia necesaria para confiscar la propiedad, para reforzar la igualdad, para eliminar el poder, para destruir las intrigas, conspiraciones y razas alienígenas que impiden que la utopía se lleve a buen puerto.
El punto fuerte de la utopía, de todos modos, es que no puede llevarse a cabo. No pueden existir situaciones extremas como a las que ellos aspiran y es un reconocimiento profundo o subliminal que los utópicos rara vez hagan una descripción realmente crítica del estado que tienen en mente como objetivo. Karl Marx reclamaba haber presentado un socialismo <<científico>> en oposición a uno <<utópico>>. La <<ciencia>> consistía en <<las leyes motrices de la historia>>, establecidas en El Capital, de acuerdo con las cuales el desarrollo económico conlleva sucesivos cambios en la infraestructura económica de la sociedad, de manera que nos permite predecir que un día desaparecerá la propiedad privada. Tras un período de vigilancia socialista, la <<dictadura del proletariado>>, el Estado <<se desvanecerá>>, no habrá ni ley ni necesidad de legislar, y toda posesión y propiedad será comunitaria. No habrá división en el trabajo y cada persona vivirá con todas sus expectativas y necesidades cubiertas, <<cazando por la mañana, pescando por la tarde, llevando a pastar a las bestias al anochecer, y dedicándose a los debates literarios después de la cena>>, según se nos dice en La ideología germana. Afirmar que esto es más <<científico>> que <<utópico>> parece, retrospectivamente, poco más que una broma. Las observaciones de Marx sobre la caza, la pesca, las actividades de la granja y los debates literarios es su único ejercicio descriptivo sobre el mundo sin propiedad privada; y si alguien pregunta quién te da el arma, o la caña de pescar, quién organiza las batidas de caza, quién mantiene los cobertizos y el sistema de riego, quién dispone de la leche y los terneros, quién publica la literatura… se encontrará que sus preguntas son desestimadas como <<irrelevantes>>, asuntos que deberán ser acometidos en un futuro en el que ahora no corresponde pensar. Del mismo modo, la gigantesca organización necesaria para que estas actividades propias de la clase alta sean posibles, en una situación social en la que no hay ley ni propiedad, y donde, por tanto, no hay cadena de mando, son cuestiones demasiado triviales para que se les preste atención. O quizá, bien pensado, son demasiado serias para ser consideradas, y es mejor pasar de puntillas por encima. Pues se necesita una mínima voluntad crítica para reconocer que el <<comunismo pleno>> incluye una contradicción: es un estado en el que todos los beneficios del orden legal están presentes, aunque no haya ley; y en el cual todos los productos de la cooperación social existen, aunque no haya nadie que disfrute de los derechos de propiedad privada que normalmente son la principal razón para producirlos.
Fuente: Scruton, Roger, Usos del pesimismo, Barcelona, Ariel, 2010, pp. 66-68
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