160213 Tapa Libro Sacerdotes.pmd

Gabriel Zanotti y Mario Silar – LA TEORÍA SUBJETIVA DEL VALOR

LA TEORÍA SUBJETIVA  DEL VALOR  EN EL MERCADO

Antes de pasar al tema de los precios, debemos analizar algo fundamental. ¿Cómo se determina el valor de los bienes en el mercado?

La pregunta tiene una parte final que es básica. Dijimos «en el mercado». Porque el valor es un tema muy amplio, y más en un contexto judeocristiano. Todo lo creado vale, es bueno, por estar creado por Dios; de allí a los valores morales y estéticos hay caminos analógicos. El valor moral de la acción humana no se establece en el mercado, obviamente: depende de un objeto, un fin y una circunstancia de la acción libre, dentro de una concepción de persona cuyo fin último es Dios. Los valores estéticos hacen referencia a un tema clásico de la filosofía del arte: la posibilidad de pensar la belleza como un trascendental.

Pero en el mercado, ¿qué es lo que determina el valor de los bienes? A lo largo de la historia se han ido sistematizando distintas propuestas. El intento de identificación del valor de los bienes en el mercado está a la base del desarrollo del pensamiento económico. A continuación, se presentarán de modo muy sintético, mediante un elenco de preguntas, cuáles son los criterios por los que se ha intentado determinar el valor de los bienes en el mercado.

¿Es el costo de los bienes lo que determina el valor de los bienes en el mercado? No, alguien puede incurrir en altísimos costos pero si los consumidores no demandan para nada el bien o servicio en cuestión, el precio es 0.

¿Es el trabajo utilizado para la producción de un bien lo que determina el valor de este bien en el mercado? No. Al igual que lo dicho anteriormente, si no hay demanda, uno puede haber trabajado mucho en producir un bien, pero –triste desilusión–, no habrá «precio» para ese bien.

¿Es el valor moral el que determina el valor de los bienes en el mercado? No, tampoco. Lamentablemente existen servicios nada santos que son altamente demandados en el mercado y, a veces, su precio es muy alto. Sin duda en el mercado hay casos de asimetría entre el valor moral y el valor de mercado de determinados productos, bienes o servicios.

¿Es el valor estético el que determina el valor de los bienes en el mercado? A pesar de que la respuesta no nos agrade, no, no es el valor estético el que determina el valor de los bienes en el mercado. En efecto, lamentablemente una entrada en un mundial de futbol puede ser más cara que un CD de música clásica de grandes maestros como Mozart, Bach o Beethoven. Del mismo modo, grandes clásicos de la literatura pueden comprarse a un precio similar al de las revistas de moda y del corazón.

¿Es el valor técnico, es decir, la aptitud que tienen algunos bienes para mejorar las condiciones de instrumentalidad de las cosas? Tampoco, los primeros inventores habitualmente no obtienen nada por sus invenciones que luego, retrospectivamente, hacen millonarios a muchos seres humanos.

¿Es la escasez? Parecería que sí, por todo lo que venimos diciendo; es decir, si un bien es escaso significa que no habrá gran cantidad de ese bien para los potenciales demandantes por lo que su valor en el mercado será más alto que el de los bienes no escasos. Sin embargo, la escasez depende, como dijimos anteriormente, de la demanda, no de la cantidad matemática de los bienes u objetos. Por ejemplo, los autores de estas líneas tienen libros escritos cuya cantidad de ejemplares es muy poca, sin embargo, el precio de venta de esos libros es muy bajo o casi nulo.

¿Es la utilidad? También parecería que sí pero, al igual que en el caso anterior, la utilidad de un bien no significa nada en el mercado si esta no se encuentra relacionada con la demanda. Por ejemplo, para los autores de este libro un ejemplar de un viejo libro sobre Anaximandro tirado en la calle puede ser muy útil pero puede suceder que, si ese libro se pusiera a la venta, su precio fuera 0 (cero). Además, en el mercado no se trata de la utilidad «objetiva» de algo –es decir, de los motivos objetivos que pueden dotar de utilidad a un bien–, sino de lo que una persona X estima que le será útil. Evidentemente, en esta estimación puede –y de hecho muchas veces así sucede– comparecer el error. En efecto, todos tenemos la experiencia de haber juzgado que un bien X nos resultaría útil si lo adquiríamos, para luego descubrir –una vez adquirido– que el bien X era en verdad tan útil como pensábamos.

Por eso decimos que lo importante en el mercado es el valor subjetivo. Claro que los valores morales son objetivos; claro que el bonum como trascendental del ente es objetivo, pero ahora nos referimos al valor de algo en el proceso de intercambio en un mercado: si algo no es demandado en absoluto, no vale nada –a nivel de valor de mercado, conviene insistir. Lo cual vale para la oferta: alguien ofrece algo por la demanda subjetiva que tiene por aquello que va a recibir en el intercambio. «Subjetivo» no implica aquí algo peyorativo. Por el contrario, en este contexto «subjetivo» significa «personal» en un sentido sencillo del término: valorar algo en el mercado es optar entre una cosa y otra, y ese acto de opción es personal en tanto son las personas las que eligen. A eso llamamos valor subjetivo en el mercado. Claro que podemos estar en desacuerdo con esas valoraciones; podemos decir que las personas «deberían» elegir más ciertas cosas y no otras, pero ello no explica el valor fáctico de los bienes en el mercado. El valor en el mercado tiene que ver con lo que las personas subjetivamente eligen para comprar y vender, y la escasez y la utilidad también tienen que ver con ello: en el mercado es escaso lo que las personas consideran escaso y útil lo que consideran (subjetivamente) útil. Claro, para ello no hay que votar como en un una reunión de propietarios de viviendas (¡gracias a Dios!), sino que los precios (veremos este tema en el próximo capítulo) que se van formando en el mercado van indicando esas valoraciones subjetivas.

La teoría subjetiva del valor es algo muy humilde pero permite resolver problemas importantes. Para la teoría de los precios resulta sencillamente fundamental, y no hay economía, como actividad o como ciencia, sin precios. Por lo demás, la teoría subjetiva nos muestra que las personas actúan en el mercado subjetivamente, esto es desde sus decisiones personales, en las cuales hay un gran margen para la falibilidad, el error y la incertidumbre. Pero, además, permite enfocar con más comodidad los problemas morales al haberlos distinguido del valor subjetivo. Casi todas las veces que hablamos de lo que las cosas valen en el mercado mezclamos nuestras evaluaciones morales, que pueden ser perfectamente objetivas y verdaderas (objetividad no es igual a verdad pero esa es otra cuestión) con la sencilla cuestión de que las opciones libres de las personas determinan el valor en los intercambios del mercado. Si no vemos esto último no entendemos cómo funciona la economía. Si un futbolista tiene un salario mayor que un filósofo, ello sucede porque las personas en general demandan más ver partidos de futbol que asistir a clases de filosofía.

Podemos expresar nuestra desaprobación a que las cosas sucedan de este modo, o podemos exhortar desde el púlpito que las opciones y las preferencias sean mejores, pero los valores en el mercado dependen de preferencias subjetivas, y no está mal que sea de este modo. Claro, a veces podemos optar por algo malo sub rationi boni (bajo razón de bien) pero para ese problema está la Gracia de Dios. El mercado, como dijimos, es más humilde y sencillo. No hay que endiosarlo, contrariamente a lo que algunos cristianos han hecho con la socialización de los medios de producción. Sin embargo, tampoco hay que denigrarlo, porque en última instancia el mercado es una institución que, bajo un marco moral y cultural sustantivo, ha permitido mejorar la calidad de vida de millones de seres humanos en la tierra.

 

PROPUESTA DIDÁCTICA

  1. Sumario

La determinación del valor de los bienes en el mercado ha sido un tema de gran discusión a lo largo de la historia del pensamiento económico. A primera vista, la supuesta identificación de un criterio «objetivo» para la determinación del valor de los bienes en el mercado parecía la vía natural por cuanto la objetividad permitiría fundar un criterio «científico» para esta determinación. De este modo, se intentó señalar el costo, el trabajo, la utilidad, un mix de todos ellos, etc., como los distintos criterios para determinar el valor de los bienes en el mercado. Sin embargo, poco a poco se fue descubriendo que lo que realmente determina el valor de los bienes en el mercado es la valoración subjetiva de los agentes que actúan en el mercado. Suscribir la teoría subjetiva del valor no significa adoptar posiciones relativistas o subjetivistas. La subjetividad del valor no está reñida ni es contradictoria con la objetividad de la realidad. De hecho, se puede afirmar que existe un criterio objetivo –en el sentido de científico–, o mejor dicho intersubjetivo, para comprender el valor de los bienes en el mercado. Este criterio reside, justamente, en atender a la lógica de las preferencias y elecciones subjetivas de los actores que actúan en un mercado.

Obviamente, para quienes poseen una visión religiosa y trascendente de la vida y suscriben la existencia de un orden moral en la vida humana, lo mencionado en el párrafo anterior implica cierta tensión. En efecto, en multitud de escenarios y situaciones las valoraciones subjetivas de los agentes se orientan por preferencias –desde el punto de vista moral– que resultan censurables o, cuanto menos, cuestionables. Además, es legítimo preguntarse cuál sería el papel que debe ejercer la autoridad ante la presencia de mercados que se articulen en torno a acciones inmorales. Esta es una legítima pregunta que será abordada posteriormente, ya que exige atender a elementos de antropología, de ética y de filosofía política. Pero en todo caso, un análisis riguroso de estos problemas exige comprender adecuadamente la racionalidad económica. No se trata de afirmar un absoluto divorcio entre economía y ética, pero tampoco se debe caer en el otro extremo y que suele ser una tendencia frecuente en contextos religiosos, el de una simplista moralización de la economía. Por el contrario, una genuina aproximación a estos problemas exige atender a la racionalidad económica para poder luego analizar cuáles son los mejores fundamentos morales, socio-culturales e institucionales para que la acción de los hombres en el mercado sea compatible con el cuidado del bien humano.

 

  1. Definiciones

 

  1. Teoría subjetiva del valor: Teoría económica según la cual una mercancía en el mercado vale en la medida que haya demanda de compra para esa mercancía, demanda que depende de las opciones falibles de las personas (= «sujetos» = «subjetivo»).
  1. Subjetivismo: Teoría económica que tiene en cuenta lo anterior.
  1. Intersubjetividad: La realidad ontológica básica de la vida social.
  1. Trabajo:Acción humana que por un salario produce bienes y servicios.
  1. Costo: El valor que un sujeto (una persona) atribuye a la situación que tiene que abandonar para conseguir otra (por ejemplo, estudiar para el examen «cuesta» un fin de semana libre).
  1. Valores morales: El valor objetivo que tiene el bien moral objetivo. Su área de estudio es el de la filosofía moral.
  1. Valores estéticos: Juicios de valores sobre la base de la experiencia de base sensible (estética) a la luz de las respuestas emocionales que determinada percepción genera en el sujeto. Los valores estéticos están relacionados con aquello que crea belleza, armonía y juicio de gusto. Su área de estudio es el de la filosofía del arte y la estética.
  1. Valores técnicos: Conjunto de bienes que ayudan al hombre a mejorar sus condiciones de vida. Pueden ser sinónimo de bienes instrumentales, en la medida en que se comportan como medios que permiten obtener fines deseados. Los valores técnicos no son sinónimo, desafortunadamente, de valores ético-morales. En efecto, puede existir una técnica divorciada de la ética aunque ello no es la única posibilidad, puede haber una técnica que se elabore en armonía con los principios ético-morales.

 

 

  1. Para reflexionar

 

  1. Explique por qué la teoría subjetiva del valor no implica afirmar el subjetivismo relativista.
  2. ¿Cuáles serían los problemas de afirmar que el valor de los bienes en el mercado viene determinado por los costos?
  3. ¿Cuáles serían los problemas de afirmar que el valor de los bienes en el mercado viene determinado por el trabajo?
  4. ¿Cuál es la diferencia entre una distinción entre «racionalidad moral» y «racionalidad económica» y una separación absoluta entre ellos?
  5. Se ha afirmado la importancia del tema de la escasez para la comprensión de la racionalidad económica, sin embargo ¿por qué no puede ser la escasez el criterio de determinación del valor de los bienes en el mercado?
  6. ¿Qué cree que se debería hacer ante la presencia de mercados en donde se intercambian bienes moralmente censurables?
  7. ¿Cree que afirmar la teoría subjetiva del valor conduce al relativismo moral?

 

==========

Fuente: Zanotti, Gabriel y Mario Silar, Economía para sacerdotes, La racionalidad económica al encuentro de la Fe, capítulo IV, Kindle Edition




Comentarios