Juan Perón 3

Rodolfo J. Brieba – PERÓN Y LA IZQUIERDA NACIONAL

Antecedentes

Como estadista Perón se manifestó contra el comunismo desde la misma fundación del G.O.U.(Grupo de Obra de Unificación) y sus postulados al tiempo de la revolución militar del 4 de junio de 1943, cuando revistaba como coronel del Ejército Argentino.

En aquella se expresaba como objetivo prevenir el peligro comunista lo cual respondía a una realidad cual que los cuadros sindicales se nutrían de concepciones marxistas, sean comunistas, anarquistas o socialistas fruto de las ideologías de la que estaba imbuída parte de la inmigración europea del siglo XIX y principios del XX.

Pero no menos relevancia la tenía el ámbito universitario donde en la intelectualidad habían prendido dichas ideas que generaran el movimiento reformista de 1918 al año siguiente de la ocupación bolchevique del Estado ruso (1917).

La política impulsada por Perón como vicepresidente de la Nación, secretario de Ejército y de Trabajo y Previsión Social entre 1943 y 1945 desplazó aquella influencia ideológica en el sindicalismo, en el cual centralizó su accionar en el marco de la política social de reivindicación de la dignidad de los trabajadores.

No obstante la Universidad siguió produciendo los profesionales liberal/marxistas surgidos de los núcleos reformistas que ya habían inficionado al Partido Radical aprovechando su proscripción en la década del 30, inaugurando una táctica de “entrismo” que luego se ejercitaría a partir de 1955 ´(otra proscripción mediante) hasta la actual versión del kirchnerismo del siglo XXI con la colaboración de universitarios ideologilizados y ambiciosos.

Por aquel entonces de los 40’ la Federación Universitaria Argentina (F.U.A.) y la Federación Universitaria de Buenos Aires (F.U.B.A.), especialmente integrada por estudiantes con diversas ideologías colonizadoras pero conducidas por comunistas, se constituyeron en fuerzas de choque y de movilización de la “Unión Democrática” auspiciada y liderada por el embajador norteamericano en Buenos Aires Spruille Braden.

Cabe recordar que la Reforma Universitaria se forjó ideológicamente durante los primeros lustros del siglo XX entre los estudiantes universitarios que provenían de las clases altas, como así también de la media la cual recién accedía a una formación de ese nivel. O sea, clases “privilegiadas”. La Universidad de Córdoba produjo el estallido de dicho movimiento intelectual fruto del liberalismo, el materialismo, el positivismo y el naturalismo de moda por aquellos entonces potenciados por el golpe bolchevique que instaurara la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas. La bandera de reivindicación la constituyó la participación estudiantil en la dirección de las universidades mediante el voto secreto.

El 15 de junio de aquel año la tradicional y tranquila ciudad mediterránea se vio conmovida por agresivas manifestaciones estudiantiles que al grito de “¡Frailes, no! comenzaron destrozando los cuadros de los sacerdotes que impulsaron aquella casa de estudios en el salón de grados, se volcaron sobre el convento vecino, atacaron colegios religiosos, apedrearon el diario católico “Los Principios”, pintaron con alquitrán iglesias, etc. desatando una conmoción que sólo sería superada por la semana trágica de enero de 1919 por el anarco-comunismo en la ciudad de Buenos Aires.

Tomás Bordones en su calidad de autoridad de la F.U.C expresó al respecto de dicho movimiento que “…en todo alentaba la esperanza romántica de la repetición del ensayo colosal y mal conocido de Rusia…” (conf. declaraciones de 1936 al periódico “Flecha”). El movimiento se expandió a otras altas casas de estudio de nuestra patria y se contagió a las universidades centro y sudamericanas.

Desde mediados de la década del 30’ Stalin desde la U.R.S.S, impuso su política de “frente popular” que consistía en la alianza con todas las corrientes partidocráticas en contra de los nacionalismos europeos y que se extendió al mundo entero. Y la Argentina no estuvo ausente de dicha táctica a través del todo poderoso Partido Comunista (P.C.) regido férreamente por Victorio Codovila, feroz guardián de la ortodoxia soviética stalinista. La mínima disidencia generaba expulsiones de quienes ponían de manifiesto aquella, lo cual no era extraño habida cuenta la praxis tiránica del soviet. Por ejemplo, LeónTrotski (Lev Davidovich Bronstein) terminó asesinado en 1940 con una pica que le destrozó la cabeza en México, donde se había exiliado, a manos de un agente soviético conocido como Ramón Mercader.

El 17 de octubre de 1945 se produjo un fenómeno inusual cual fue la movilización popular de cientos de miles de personas mayoritariamente trabajadores en apoyo del entonces coronel Perón, detenido en la isla Martín García, la cual se llevó a cabo no sólo en la ciudad de Buenos Aires sino en las plazas de todas las grandes ciudades del interior. En tal jornada Perón, ya en libertad en virtud de la movilización sindical y popular habida, dirigió un mensaje desde los balcones de la Casa Rosada en el marco de la Plaza de Mayo al pueblo todo y se instaló como conductor de un movimiento que haría historia. Convocadas las elecciones para el 24 de febrero de 1946 el movimiento que acaudillaba Perón se impuso en detrimento del “frente populismo” de la Unión Democrática integrada por los partidos del régimen como el conservadorismo, radicalismo, democracias progresista, cristiana, socialismo y comunismo.

Fue entonces que aquellos “heterodoxos” marxistas universitarios, ya ajenos a las estructuras partidarias que los cobijaran hasta entonces, comenzaron a plantearse porqué las masas populares se alineaban con un coronel del tal odiado Ejército burgués y tenido por nacional-socialista y fascista cuando la “liberación” de acuerdo a dicha ideología pasaba por el movimiento internacional proletario y la lucha de clases. ¿Porqué el pueblo argentino se aglutinaba en un movimiento integrador de todas las clases en contra de las premisas tenidas por dogma del internacionalismo proletario?. ¿Porqué esa realidad hacía resquebrajar el andamiaje cuasi religioso construido por Marx, Engels, Lenín, Trotsky.?. Es evidente que aquellos parecían no conocer historia universal (no tenían calle de hechos acontecidos recientemente) especialmente en cuanto al surgimiento de los nacionalismos europeos que sintetizaron lo nacional y lo social en un haz de confluencia común de los ideales de los pueblos sojuzgados por los acuerdos de cúpula luego de la primera guerra mundial.

Estas dudas no encontraban respuesta en la mentalidad esquemática de esta izquierda la cual, impotente de liberarse de estos prejuicios intelectualoides, no tuvo otra salida que encerrar la realidad en el materialismo dialéctico que habían interiorizado. La propia y la que pretendieron inculcar a los demás.

En los años posteriores a la toma de posesión de la función presidencial por Perón el 4 de junio de 1946 comenzaron a diseñar las tesis de la izquierda nacional. Pero no antes.

 

Principales hombres de la izquierda nacional

Aquellos que sentaron sus bases son los que a continuación se mencionan con breve síntesis de su actividad pública e intelectual con desarrollo en base a la fecha de nacimiento,

Rodolfo José Puiggrós (1906-1980). Se afilió al Partido Comunista paralelamente con el viaje que llevó a cabo a la Rusia soviética en 1926.  Trabajó como periodista en el diario amarillo “Crítica” entre 1935 y 1955, fue discípulo del ideólogo marxista de la Reforma Universitaria Aníbal Ponce. Expulsado del P.C. en 1947 adhirió al oficialismo sin perjuicio de exponer sus ideas en el periódico “Clase Obrera”. Ya en 1959 llevó a cabo un viaje a China comunista para tomar contacto con el movimiento de Mao Tsé Tung. Llevó adelante una labor relevante como escritor político y en la década del 70’ se sumó a la organización subversiva “Montoneros” huyendo finalmente a la Cuba castrista donde falleció.

Juan José Hernández Arregui (1913-1974). Fue simpatizante, afiliado y activista de la Unión Cívica Radical irigoyenista desde los 20 años, estudió filosofía en la Universidad de Córdoba bajo la influencia del hebreo marxista italiano Rodolfo Mondolfo, formó parte de quienes apoyaban al dirigente radical cordobés Sabattini – de tendencia yrigoyenista -quien adhirió al frentepopulismo de la Unión Democrática en los hechos históricos y elecciones de 1945/6, ocupó el cargo de secretario de la UNC, se doctoró en filosofía en 1944, fue llevado a puestos oficiales en la provincia de Buenos Aires por convocatoria de Arturo Jauretche, entonces presidente del Banco de la Provincia y en virtud de sus comunes simpatías por Yrigoyen. Escribió varios libros sobre temas culturales y jurídicos. A partir de 1956 adhirió a la Resistencia debiendo exiliarse. Su planteo político era que el marxismo debía llevar adelante su lucha dentro del peronismo por la adhesión que tenía en las masas. En 1974 fue amenazado de muerte y escapó a Mar del Plata donde murió de un síncope.

Eduardo B. Astesano (1913-1991). Desde joven se afilió al Partido Comunista el cual lo expulsó en 1946 – año en que se recibió de abogado en la Universidad del Litoral – con motivo de sus disidencias ante la institucionalización del peronismo con las elecciones de febrero de dicho año. Con otros camaradas fundó el Movimiento Obrero Comunista el cual tuvo poca vida por el retorno de algunos al P.C., escribió en el periódico “Clase Obrera” en la búsqueda de un acercamiento al justicialismo y una interpretación del mismo desde el marxismo. En ello Mao Tse Tung influenció con su famosa larga marcha. Ya por 1951 había fundado el “Instituto de Estudios Económicos y Sociales” en la ciudad de Rosario donde residía.  En tal año tuvo una entrevista con Perón la cual lo acercó a dicho movimiento y de allí surgió su libro “Ensayo sobre el Justicialismo a la luz del materialismo histórico” en 1953. En 1957 editó 3 números de la revista “Columnas del nacionalismo marxista” como así también de “Relevo”.

Esteban Rey (1915-2003), fue un abogado tucumano con larga militancia en dicha provincia y el noroeste argentino donde ejerció su influencia docente y política. Era abogado de la F.O.T.I.A. (Federación Obrera de Trabajadores de la Industria Azucarera) cuando el gremio desató una feroz huelga contra el gobierno de Perón. Tuvo poca trascendencia en el resto del país.

Jorge Abelardo Ramos Gurtman (1921-1994) trotskista, discípulo de Liborio Justo, se acercó al gobierno peronista desde el “Partido Socialista de la Revolución Nacional” (1954) fundado por el dirigente socialista Enrique Dickmann, Juan Unnamuno y trabajó como periodista en el diario oficial “Democracia” bajo el seudónimo de Víctor Almagro desde donde atizó el conflicto con la Iglesia Católica.  En 1961 fundó el “Partido Socialista de la Izquierda Nacional” junto con Spilimbergo, entre otros, y en 1973 desde fuera del FREJULI (frente electoral liderado por Perón) adhirió al mismo, aún cuando con lista propia obteniendo 800.000 votos por la confusión de los electores en las boletas y la similitud de las candidaturas presidenciales.

Jorge Enea Spilimbergo (1928-2004) Militó en el Partido Comunista, Unión Obrera Revolucionaria, trotskismo, F.O.T.I.A. (1947), Partido Socialista de la Revolución Nacional (1954/5). Se desempeñó como periodista profesional y docente y participó de actividades políticas diversas.

Elementos ideológicos de la izquierda nacional

El materialismo histórico impregnó toda su literatura y no sólo como método sino como ideología de fondo dirigida a transformar la doctrina justicialista.

Ello implicaba desconocer la realidad sobrenatural y natural, la religión católica matriz de la América indo española, la tradición histórica, el planteo geopolítico, la cultura propia forjada a través de los siglos, los valores nacionales, etc.

Sólo contaba lo económico como factor movilizador de la historia y a través de aquel factor mutiló la historia argentina (lo que también aconteció con la historia oficial liberal), más allá de los oportunismos siempre presentes. Más aún que falsear la historia argentina, la izquierda nacional sustituyó al hombre como protagonista concreto, por lo que en su lenguaje se denominaba el abstracto “agente motor de las relaciones de producción” (sic).

A su vez, la concepción de la “izquierda nacional” se valía de la dialéctica como método interpretativo y de selección de los hechos con la consiguiente deformación del pasado o sea de las raíces de los pueblos.

Todo era encuadrado en el esquema ricos vs. Pobres; oligarquía vs. Pueblo; estanciero vs. Peones; dueños/propietarios vs. Desposeídos; burguesía vs. Proletariado…Mucha utopía, poca realidad.

Pero, el “producto” estaba armado como el “relato” está consolidado en la percepción “militante”.

La “militancia” de los 60’ tuvo su “relato” a través de dicha izquierda aún cuando casi exclusivamente en los sectores universitarios o por lo menos algo leídos, sirviendo de cabecera de puente para el trasvasamiento de la “inteligentzia” marxista en el Movimiento Nacional. Y ello sin perjuicio de captar incautos dentro de él, máxime cuando el justicialismo estaba proscripto a través del decreto 4161/56 tanto en sus aspectos políticos y electorales como aún en las expresiones cotidianas con imposibilidad de expresarse. Tal como que no se podía decir o escribir Perón, Evita, Justicialismo, Tercera Posición, etc. sino que se debía hacer referencia con un sustantivo o adjetivo despectivo como el “dictador”, el “tirano prófugo”, “doctrina infame” y así sucesivamente. A la par de ello, se secuestraba todo tipo de material justicialista pretendiendo borrar todo un período de la historia argentina. Ello remedaba la política de “desnazificación” impuesta por las potencias aliadas a partir de 1945 en Europa como en todo el mundo a través de la acción psicopolitica del mundialismo.

Como mejor reflejo de la base ideológica bien viene a cuento la versión socialista (tal como el mismo se califica) de Eduardo B. Astesano quien en su libro “Ensayo sobre el Justicialismo a la luz del Materialismo Histórico” editado en 1953 en Rosario en edición del autor, expresa:

“Estamos convencidos que la doctrina revolucionaria del justicialismo puede ser ayudada en su desenvolvimiento por la teoría más radical del marxismo, sometida con éxito a las experiencias de otros pueblos que luchan por su liberación” (prólogo, pag.11).

Luego enuncia “En esta época, cualquier movimiento de liberación como nuestra Revolución Justicialista, al levantarse contra el imperialismo, se levanta contra el capitalismo internacional, no pudiendo considerarse ya como aliada del actual frente capitalista contrarrevolucionario, sino como aliada del frente socialista revolucionario mundial” (ibídem, pag.17).

“La “cuestión nacional” argentina como la de todos los países coloniales y dependientes, debe ser encarada como una parte del todo mayor de la batalla general por el socialismo (pag.18) criticando “…las tendencias aislacionistas que reducen el problema de la liberación a las fronteras nacionales…” (id.). Agrega que“..como marxistas…debemos aceptar los tres postulados de la Doctrina Justicialista…como un desarrollo sucesivo por etapas del advenimiento del socialismo en el país…” (pag.25) y que “…los marxistas argentinos…no renunciamos a la etapa futura del socialismo en la Argentina” (pag.25).

Otro aspecto de la obra citada está referido a la historia a partir de 1810 (como si antes hubiera mediado el diluvio) año en el cual “…se inicia el ciclo de la organización de un sistema capitalista de producción vinculado al mercado exterior por el puerto de Buenos Aires…” y “…nace en el litoral el capitalismo ganadero (exportador), culminando con la constitución de la burguesía terrateniente…” y “…desde 1860 surge en forma complementaria el capitalismo agrario (exportador) que incorpora a la pequeña burguesía (arrendatarios y propietarios)…(pag.21). Y es así como en “Rosas base del nacionalismo popular”, (Colección La Siringa, No.9, Ediciones A. Peña Lillo, Buenos Aires, 1960) el mismo Astesano ubica los comienzos de la clase obrera argentina en las vaquerías en virtud del pago del salario, (pag.37)  tal como si antes este último no hubiera existido como forma de remuneración, amén que  “…Es evidente que don Juan Manuel de Rosas desempeñó un papel principalísimo en la política de sometimiento del gaucho…” (pag.39) haciendo pasar la historia argentina en que “El orden capitalista de Rosas comienza a extenderse lentamente por la campaña bonaerense y hasta el salvaje es incorporado a la producción” (pag.40).

El desvarío de Astesano, que es compartido por sus camaradas marxistas no encolumnados en el P.C., llega a contradicciones fruto de su ideología al contradecirse en aspectos elementales de nuestra historia social. En esta última obra, por ejemplo, en la página 40 de este libelo refiere la pasión de Rosas por el orden y que “El orden significó en concreto el orden capitalista que liquida definitivamente los rasgos individualistas del criollo”. Pero antes (pag.38) no trepida en adjudicar al gaucho “antiguos hábitos colectivistas”. Es más el autor se atreve (pag. 62) a deducir que “…las masas gauchas vivieron casi un siglo de ese comunismo primitivo que encerraba la fórmula social “la pampa y las vacas para todos”…(donde tal vez se inspirará algún ideólogo para lanzar una nueva consigna “pampa y vacas para todos y todas” a tono con el siglo XXI).

Jorge Abelardo Ramos Gurtman en “Historia política del ejército argentino. De la Logia Lautaro a la industria pesada” afirmaba hacia el año 1959 que “San Martín echa las bases de la industria metalúrgica y siderúrgica en la Argentina, con la invalorable ayuda de Fray Luis Beltrán” (ver página 14). En definitiva las líneas históricas de dicha “inteligentzia”, como designaba Arturo Jauretche a esta casta, harían trasladar los bustos y estatuas de San Martín de las plazas públicas a las sedes de la Unión Industrial Argentina.Y las de Rosas a la Sociedad Rural Argentina. El enfoque puramente economicista llevaba a esas consecuencias en el revisionismo histórica de la izquierda nacional.

Esto es, Rosas burgués capitalista y San Martín un emprendedor industrial. La defensa de la soberanía y el ejercito de la independencia desaparecían  de la historia argentina bajo el fórceps de los “iluminados”.

Los demás escribas de la izquierda nacional siguieron o compartieron dichos lineamientos en tanto Juan José Hernández Arregui en su obra “Imperialismo y Cultura” expuso que “El punto de partida es la consideración de la actividad cultural como ideología y, en especial, con relación a la literatura en tanto personificación encubierta de un ciclo económico” (Prefacio).

La persona de Rosas en la historia argentina tampoco dejaría de estar encasillado como “agente motor de las relaciones de producción” y es así que el anterior afirma que “…en tanto hacendado bonaerense centra sus negocios en Buenos Aires y los ensambla inevitablemente a la burguesía mercantil…” “…es un porteño que tras la bandera federal abraza la causa del unitarismo económico” (pag.12 ob.cit.).

Jorge Abelardo Ramos en el opúsculo también critica a Perón expresando que “…el error de Perón consistió en no plantear las bases de la industria y de las instalaciones de fábricas semipesadas desde el origen mismo de su gobierno” (ver pag. 70, tesis coincidente con los planes quinquenales soviéticos que llevaron a la quiebra de la URSS en 1991). Este autor desmerece el papel de Perón en los años que van de 1943 a 1945 como figura principal de la revolución militar cuando dice de él que había “…descubierto, además de la industrialización, que esta había creado un enorme proletariado sin tradición sindical y política y que también había advertido que esta nueva clase social constituía un factor de poder”. (pag.70).

 

Obvio resulta que la industrialización había comenzado en forma incipiente en la Argentina con la primera guerra mundial y se fue acrecentando durante la segunda por la paralización del comercio internacional y que Perón impulsó aquella desde 1946 a través del Primer Plan Quinquenal; sabido es que Argentina tuvo una fuerte tradición sindical desde fines del siglo XIX aún cuando fue Perón quien transformó los sindicatos clasistas en órganos integrados a la política y economía nacionales con sentido de colaboración social. Y el otro error que Ramos imputa a Perón es haber reemplazado la doctrina nacional por una doctrina personal (pag.70), lo cual no resiste la crítica más débil.

Toda esta construcción ideal emanada de estos “intelectuales” (como les gustaba los denominaran) sólo pudo tener anclaje en la clase universitaria como acontece en términos generales en todo el planeta,  pues el de los trabajadores es el mundo de lo concreto.

La izquierda nacional en la política

El transcurso de los años permitió acreditar fehacientemente que la “izquierda nacional” pergeñó una política tendiente en última instancia a alinear al movimiento justicialista en el bloque soviético, operando como cabecera de puente al marxismo universitario para que se introdujera en el peronismo con cuadros activistas y dirigentes.

Quedó demostrado con la trayectoria política de John William Cooke, representativo de tal táctica a partir de los 60´cuando Fidel Castro lo incorporó a su “establishment” con todos sus británicos nombres y apellidos como elemento de reclutamiento humano, en tiempos en que Cuba integraba el bloque oriental. Así también en su presión sobre Perón exiliado para que buscara asilo en la isla o al menos la visitara cuando el general sólo lo hacía en Paraguay, Panamá, Venezuela, República Dominicana y España donde gobernaban militares amigos no alineados con la URSS quienes le otorgaron las máximas libertades para llevar adelante su proyecto de retorno.

Las utopías de aquellos años de pólvora se llevaron a las juventudes argentinas al suicidio con cianuro en boca o con armas en la mano, al ostracismo en extraños países y a repatriaciones cargadas de odios, sin perjuicio que en el interin el bloque soviético se disolvió para desaparecer como alternativa mundial en la cual se había fraguado aquella “izquierda nacional”.

Un eventual triunfo de las tendencia subversivas hubiera significado también la prematura disolución territorial como aconteció con las naciones integrantes de la  URSS desde 1991sin perjuicio de sus ulteriores secesiones (Hungría, Polonia, Checoeslovaquia (en 2), Rumania (sin el este), Yugoeslavia (en 5) y así sucesivamente.

Habría que plantearse si bajo la actual decadencia argentina no se abre otra crucial hora para nuestro destino por obra de los descendientes de aquellos fundadores de la “inteligentzia” tan colonial como la generación liberal del siglo XIX signada por la masonería como ahora auspiciada por las “ongs” mundialistas.

 

 

 Bibliografía

Eduardo B. Astesano, “Ensayo sobre el Justicialismo a la luz del materialismo histórico”, Edición del Autor, Rosario, 1953.

Eduardo B. Astesano “Rosas Bases del Nacionalismo Popular”, Colección La Siringa, Editorial A. Peña Lillo, Buenos Aires, 1960.

Jorge Abelardo Ramos, “Historia Política del Ejército Argentino” De la Logia Lautaro a la industria pesada, Colección La Siringa, Buenos Aires, 1959.

Juan José Hernández Arregui, “Imperialismo y Cultura. La política en la inteligencia argentina., Editorial Amerindia, Buenos Aires, 1957.

Francisco J. Vocos, “El problema universitario y el movimiento reformista”, Editorial Huemul, Buenos Aires, 1962.

Américo Rial-Rodolfo Jorge Brieba, artículo “La Revolución militar del 4 de junio de 1943”, Buenos Aires, 2013.

Américo Rial-Rodolfo Jorge Brieba, artículo “Perón, Cooke y la izquierda, Buenos Aires, 2015.

 

Américo Rial

Rodolfo J. Brieba




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