Héctor Castañeda Valdez – Demian
La novela “Demian” de Hermann Hesse ha pasado a la historia como una novela capaz de remover las mentes más seguras de sí mismas e influir a tantos que andan en búsqueda de respuestas a sus preguntas fundamentales de la vida: ¿quién soy? ¿qué debo hacer o ser?
Creo que la clave para una correcta interpretación de “Demian”, está en entender la introducción del libro. Es ahí donde se entremezclan muchas de las ideas de fondo que quiere compartirnos el autor. Es muy difícil pretender entender objetivamente la novela sin conocer antes un poco la vida Hermann Hesse, de su propia búsqueda, de su pensamiento y de sus creencias religiosas. Creo también que realizar una interpretación de toda la historia de Demian es algo muy extenso y complejo, no muy propio de la naturaleza de este artículo. Por lo tanto decidí analizar tan solo algunas de las ideas que están como por detrás de los hechos contados en la historia, es decir, algunas de las concepciones del hombre y de la realidad, que plasma Hesse consciente o inconscientemente en la novela.
El relato cuenta la peregrinación que emprende Emil Sinclair en busca de sí mismo y de la verdad, haciendo referencia en todo momento a elementos religiosos que nos llevan a pensar en la fuerte inclinación de Hesse por los temas de carácter trascendente o místico-religiosos a lo largo de toda su vida. El libro está lleno de ideas o creencias que se enmarcan dentro de una especie de panteísmo al estilo oriental, al afirmar que los hombres no somos una creación de Dios propiamente sino de la “naturaleza”, es decir, como dice la introducción: “una proyección de la naturaleza hacia el hombre” (Recordemos que Hesse realizó una serie de viajes a la India, donde recibe una profunda influencia de las religiones y pensamientos de dicho lugar, que determinarían más adelante la temática de sus obras).
Vemos también como algunas ideas gnósticas acompañan a Emil en ese largo camino de búsqueda de su yo autentico. Por ejemplo, el carácter dualista, por el cual se hace una escisión tajante entre la materia y el espíritu. El mal y la perdición están ligados a la materia, mientras que lo bueno pertenece solo a lo espiritual. Así también toda la explicación que Demian le da a Emil sobre cómo debe romper el cascarón del mundo para volar hacia el conocimiento del dios “Abraxas”, nos recuerda nuevamente esa aproximación gnóstica del hombre, que considera que el “iniciado” debe entrar en el proceso de la “gnosis” o “iluminación” para así alcanzar el conocimiento verdadero de sí mismo y de la realidad. En síntesis, se trata de una doctrina elitista, según la cual los iniciados no se salvan por la fe en algún dios sino mediante la gnosis, o conocimiento introspectivo de lo divino. La fe no basta, según esta ideología, menos aún la fe en Cristo, sino que el hombre es autónomo para salvarse a sí mismo.
A partir de esta concepción podemos percibir que a lo largo del relato es posible encontrar una visión del hombre, enmarcada a partir de la ideología nietzscheana -errónea desde mi punto de vista. Según Friedrich Nietzsche, el hombre es un ser incompleto y por lo tanto debe llegar a convertirse en el Superhombre, que es una persona capaz de generar su propio sistema de valores. Justamente ésta es la teoría que Demian busca enseñar al joven Emil cuando le expone su creencia sobre el “estigma de Caín” y sobre “el mal ladrón”. Busca reinterpretar arbitrariamente ambos sucesos históricos y convenciéndolo acerca de cómo debe reconocer que lleva esa marca de Caín y así poder superar los parámetros del bien y del mal, inculcados por la cultura judeocristiana.
Concluyo diciendo que la novela Demian se presenta para muchos como un relato lleno de ideas algo novedosas y atrayentes, que son capaces de cautivar al lector ingenuo que encuentra en Emil Sinclair un gran eco de sus anhelos más profundos y auténticos, tales como: el conocerse a sí mismo, la búsqueda de sentido de la vida, el deseo de una profunda libertad interior, la búsqueda de la verdad sobre Dios, etc. Sin embargo, en el fondo se plantea una respuesta a partir de un sistema ideológico poco acertado, como conjunción de ideas de la filosofía nietzscheana, psicologismos y religiosidad Gnóstica. De alguna manera, esto entra en contradicción con lo que para mí es la parte principal de la Introducción del libro, en donde Hesse menciona que para buscar la verdad sólo se debe seguir lo que nuestro más autentico y sincero mundo interior nos comunica: “He sido un hombre que busca, y aún lo sigo siendo; pero ya no busco en las estrellas y en los libros, sino que comienzo a escuchar las enseñanzas que me comunica mi sangre”.
© 2012 – Héctor Castañeda Valdez para el Centro de Estudios Católicos – CEC
Fuente: http://www.conectacec.com/demian/
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