Álvaro Alsogaray – Qué es el liberalismo
Qué es el liberalismo
1) El liberalismo es una de las formas de concebir la organización de las sociedades humanas. Parte del supuesto de que éstas se van conformando y evolucionando espontáneamente a impulsos del instinto de supervivencia. Esa evolución es esencialmente cultural. No debe ser confundida con la evolución darwiniana de las especies. Proviene en parte de los instintos y en parte de la razón, ubicándose entre amas solicitaciones. El liberalismo rechaza todas las formas ¨constructivistas¨ de organización social, en particular el socialismo en sus diversas variantes (el nacional-socialismo, el fascismo, el corporativismo y otras experiencias similares), que apoyan en el supuesto de que ¨puesto que el hombre ha sido capaz de crear el orden existente, ha de ser también capaz de cambiarlo o reemplazarlo por otro mejor, concebido a través del uso de la razón¨.
2) El liberalismo tiene como objetivo final la libertad, la dignidad humana y los derechos fundamentales del individuo. En particular la libertad de opinión, de expresión y de prensa. Al mismo tiempo pone especial énfasis en la seguridad de las personas y en la represión del terrorismo y otras formas de perturbación social.
3) Los dos pilares básicos de la propuesta liberal son el estado de derecho y la economía de mercado. La adecuada y estrecha interrelación entre ambos es absolutamente esencial.
4) El estado de derecho implica supremacía de la ley. Pero, ¿de qué ley? Más todavía, ¿qué entendemos por ley? Estas preguntas son pertinentes porque el socialismo también pretende apoyarse en el estado de derecho. Obviamente las leyes que configuran ese estado en los regímenes socialistas son por cierto muy distintas a las preconizadas por el liberalismo. Dentro de éste las leyes deben reunir características de ¨normas generales de conducta justa¨que constituyen el derecho penal y el derecho privado. No es una verdadera ley un mandato que pretenda resolver casos particulares, favoreciendo a unos en perjuicio de otros, aunque haya sido votado por el Parlamento.
5) La economía de mercado es el sistema de organización económica y social basado en el libre funcionamiento del mercado. Este es un mecanismo no creado por el hombre sino que se ha ido configurando espontáneamente en las sociedades humanas a medida que éstas evolucionaban hacia órdenes cada vez más extensos. Ese mecanismo es el medio más apto para coordinar los esfuerzos individuales dispersos con motivo de la división del trabajo, con vistas a obtener el más alto rendimiento de los recursos empleados. Pero además, es creador de una estructura social espontánea dentro de la cual imperan en el más alto grado la justicia y la libertad. El concepto de justicia abarca la impropiamente llamada ¨justicia social¨, conocida también como ¨justicia distributiva¨, que nunca ha sido realizada por ningún método ¨constructivista¨. La economía de mercado supone fundamentalmente la no existencia de monopolios, oligopolios, carteles, trust y demás combinaciones que obstruyen el juego del mercado y limitan la competencia; el establecimiento de un sistema monetario que asegure la estabilidad de la moneda; la ausencia de regulaciones “no conformes”, es decir, que traben el funcionamiento del mercado; la no absorción por parte del Estado de actividades comerciales, industriales y de prestación de servicios a través de grandes emprendimientos oficiales; cuentas fiscales no sólo equilibradas sino mantenidas en un nivel de gastos y presión tributaria que no inhiban la actividad privada, y otros requisitos de la misma índole. Un gran avance del liberalismo moderno radica en el redescubrimiento del papel fundamental que juega la competencia como instrumento de coordinación pero también de acceso a la información que se encuentra dispersa entre millones de seres humanos.
6) Como he señalado, una adecuada interrelación entre el estado de derecho y la economía de mercado es esencial. Esta última requiere un marco jurídico especial conformado por leyes que aseguren el funcionamiento de los mercados, e intervenciones estatales “conformes” a ese funcionamiento.
Esos dos pilares básicos del liberalismo —estado de derecho y economía de mercado— no agotan en manera alguna el ideario liberal. Hay otros aspectos de ese ideario que tienen fundamental importancia en la vida de las personas y de las comunidades, que se manifiestan en el ámbito político, espiritual, moral, de las formas de convivencia y aun el religioso.
Estas decisivas cuestiones son:
1) El liberalismo está muy cerca de la democracia pero difiere de ésta cuando se pretende asignarle poderes ilimitados, aun cuando provengan de decisiones mayoritarias. En realidad es incompatible con cualquier forma de gobierno que implique esa clase de poderes. Presupone la limitación de los mismos, aunque sean representativos de las mayorías. Una manera de garantizar esa limitación es la división del gobierno en tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. El liberalismo se compromete en cambio con principios explícitamente establecidos en una Constitución, o aceptados por la opinión general de manera que sea posible limitar eficazmente la legislación. Proclama la igualdad ante la ley y se opone a todos los privilegios legales.
2) En su lucha por esa igualdad, el liberalismo siempre ha actuado contra toda discriminación basada en el origen social, nacionalidad, credo, sexo, etcétera.
3) El liberalismo sostiene la libertad intelectual y la más amplia competencia en ese ámbito. También la libertad de acción y de “hacer cosas” dentro de los límites trazados por el estado de derecho.
4) El liberalismo y la economía de mercado son compatibles con la doctrina social de la Iglesia Católica. En la reciente encíclica Centesimus Annus se establece taxativamente esa compatibilidad, por lo menos en a la economía de mercado. Es más, esta economía es la única que hace posible la aplicación práctica de la citada doctrina. Específicos enfoques sociales también contenidos en la encíclica son sostenidos asimismo claramente por el liberalismo moderno.
5) El liberalismo continental (europeo) del siglo pasado mantuvo un enfrentamiento con la Iglesia en una posición anticlerical, antrreligiosa y antitradicionalista. El liberalismo de hoy de ninguna manera sostiene esa actitud. Defiende la libertad de cultos y respeta a la Iglesia en su trascendente misión.
6) En el orden internacional el liberalismo propicia las relaciones pacíficas entre las naciones y el librecambio en la mayor medida posible.
Hay otros aspectos de la filosofía liberal, igualmente importantes, cuya cita alargaría demasiado esta síntesis. Los estudiosos en esta materia no tendrán sin duda dificultades para incorporarlos a cualquier análisis que practiquen.
Como ya he señalado, la enunciación precedente no tiene en manera alguna pretensión de agotar el tema. Constituye apenas un índice para para facilitar el desarrollo del mismo y para proporcionar una visión global del conjunto. Cada uno de los puntos citados ha dado lugar a extensos y profunds estudios e invalorables trabajos.
Quisiera insistir finalmente en el carácter “evolucionista” del liberalismo que lo aleja de cualquier posición dogmática y que lo pone a cubierto de la posibilidad de que se agote en sí mismo. El liberalismo va “descubriendo” el futuro y adaptándose a él. De ahí que puede ser visto como una clara respuesta al interrogante de “qué viene después de la destrucción del socialismo y, más aun, del constructivismo”.
En el esquema anterior, el estado de derecho, es decir, el marco jurídico dentro del cual se desenvuelven las actividades humanas y la economía de mercado, juegan un papel preponderante. No me extenderé sobre el primero, por cuanto constituye un tema ampliamente conocido y suficientemente elaborado. En cambio me parece necesario examinar lo concerniente a la economía de mercado, que es hoy una de las cuestiones más importantes en el debate acerca del socialismo y del postsocialismo. Recordemos la disyuntiva que plantean quienes, como el señor Gorbachov, impulsaron el derrumbe del socialismo: “abandonamos el comunismo para implantar una economía de mercado”. El mercado, así elevado al campo de la filosofía política, constituye sin duda un tema dominante.
En un seminario organizado por ABRA en julio de 1992 bajo el título general de “El redescubrimiento del Mercado” abordé ese tema en los términos expuestos más adelante.
También ese trabajo tiene el carácter de marco para el desarrollo ulterior del tema. Este es inagotable, y desde la “mano invisible” de Adam Smith en 1776 hasta nuestros días ha atraído la atención de los más prominentes economistas y filósofos políticos. En cuanto a los dirigentes políticos, muy pocos son los que han hecho de la economía de mercado un motivo central de su acción. La gran mayoría se ha inscripto en teorías y actitudes que tienden a interferir el mercado en lugar de considerar a éste como un factor fundamental en el ordenamiento de la sociedad.
En la Argentina, el nuevo liberalismo, el que comenzó a plasmarse en 1956 y se desarrolló después influyendo sobre la opinión pública hasta el punto de que ésta ha aceptado tácitamente la solución liberal abandonando la orientación dirigista-inflacionaria de los últimos cuarenta años, siempre hizo de la economía de mercado el leit motiv de la transición reclamada. Esto es así porque la economía de mercado es el sistema económico del liberalismo. El Instituto de la Economía Social de Mercado que fundáramos en 1964 fue uno de los pilares de ese movimiento, que registra pocas expresiones similares en el mundo, por lo menos en cuanto a la cohesión de esas ideas y al uso de las mismas como motivo central de la acción política.
Alsogaray, Álvaro, Experiencias de 50 años de política y economía argentina, Bs.As., Planeta, 1993, pp. 262-266
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